En otoño, el uso de ropas, medias y calzados más gruesos y abrigados, favorece el desarrollo de distintos tipos de hongos.
Los productos de venta libre para tratar distintos tipos de hongo representan un mercado atractivo. Uno de cada cinco adultos padece en algún momento del año onicomicosis (Tinea unguium), la infección de las uñas de los pies causada por hongos. Un porcentaje similar sufre el problema conocido como pie de atleta (Tinea pedis), es decir, hongos en los pies.
La cultura de uso de productos antimicóticos está bastante instalada. En lo que hace al perfil de los consumidores, el 31% de los afectados por el pie de atleta pertenece a los niveles socioeconómicos A, B o C1. El resto –la gran mayoría– corresponden a las franjas C2 y C3. Por eso, es fundamental contar con un surtido que incluya alternativas de precios.
Un dato importante: el 48% de quienes usan productos antimicóticos no completan el tratamiento y lo abandonan apenas notan una mejoría. Un buen asesoramiento puede contribuir a erradicar ese problema. Cuando el tratamiento se interrumpe prematuramente, vuelve a irrumpir, en promedio, cada dos meses y medio.
En cuanto a principios activos, en nuestro país, dos moléculas –solas o combinadas- representan la mayor parte de las ventas en farmacias (en unidades) de los antimicóticos de venta libre. Ellas son el clotrimazol y el bifonasol, que según datos de IQVIA, dan cuenta del 81,4% de los antimicóticos de venta libre expendidos.
A la hora de diseñar el surtido, hay que tener en cuenta que los médicos clínicos son los principales recetadores de productos antifúngicos (57,2%), seguidos por dermatólogos, ginecólogos y pediatras.
En cuanto a la exhibición, los antimicóticos solo pueden mostrarse detrás del mostrador. Se deben ubicar en los estantes inferiores y los productos de mayor precio deben estar a la izquierda, para ir descendiendo hacia la derecha.