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Micosis: un problema que renace en otoño

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A medida que avanza el frío, el calzado más abrigado y la ropa más gruesa generan una acumulación de transpiración que promueve las infecciones fúngicas. 


En 2020, la facturación de productos antimicóticos en farmacia fue de 1.421 millones de pesos, contra 1.048 millones del año anterior. El incremento superó a la inflación anual, lo que muestra el interés del público por esta categoría. El 60% de los compradores fueron mujeres y la mayor facturación correspondió a medicamentos de venta libre (52,46%), según datos de IQVIA Argentina. Existen en el mercado distintos principios activos. De ellos, los que mayor participación tienen entre los OTC (en unidades) son los de la familia de los azoles (micromoléculas sintéticas que en su momento revolucionaron los tratamientos antimicóticos), con el clotrimazol a la cabeza (más del 37% de las ventas). Le sigue el bifonazol, con casi 23%. Fuera de los azoles, se destaca la terbinafina, con más del 5% de las ventas en unidades. La categoría todavía está lejos de alcanzar su techo. Del total de personas que padecen pie de atleta (Tinea pedis), sólo el 41% acude a la farmacia a comprar productos antifúngicos. Difundir estos productos dentro del punto de venta puede ayudar a incrementar su penetración. Cabe señalar que el 69% de los afectados por el pie de atleta pertenece a los niveles socioeconómicos C2 y C3, lo que se debe probablemente a las menores condiciones de higiene ambiental. Un dato clave: el 48% de quienes compran antimicóticos en farmacias para tratar un problema puntual abandonan el tratamiento antes de tiempo, lo que da lugar a reinfecciones. El asesoramiento del farmacéutico, tendiente a inculcar la adherencia a los tratamientos recomendados por el médico o por el prospecto del producto, puede ayudar a revertir esta situación.

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