Si bien el cáncer está cada día más acorralado por los avances científicos, aún dista mucho de desaparecer. En Argentina, unas 58.000 personas fallecen por año debido a esta enfermedad. Muchas de estas muertes podrían evitarse a través de la prevención.
Según la Agencia Internacional de Investigación sobre Cáncer (IARC), Argentina reporta 125.000 casos nuevos de cáncer por año, cifra que la posiciona dentro de los países con incidencia de cáncer media-alta. Entre las mujeres, la mayor incidencia la tiene el cáncer de mama (con 21.000 casos al año; 17% de todos los tumores malignos y casi un tercio de los cánceres femeninos.). En los hombres, predomina el cáncer de próstata, con más de 11.000 nuevos casos anuales, que representan el 20% de todos los tumores malignos en varones y 9% de la totalidad de casos de cáncer del país.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que hasta un 40% de los casos de cáncer podrían evitarse a través de la prevención. Por tal motivo, el 4 de febrero tiene lugar el Día Mundial contra el Cáncer.
Aporte a la prevención
El farmacéutico puede contribuir en la lucha contra este mal en dos instancias. La primera es la de la prevención; y la segunda, la de los cuidados entre quienes ya padecen la enfermedad.
Cabe aclarar que existen dos tipos de prevención:
• Prevención primaria: consiste en evitar los factores de riesgo. Se estima que el 40% de los casos de cáncer se podrían evitar modificando hábitos de vida.
El tabaquismo es, de lejos, la principal causa de cáncer en el mundo. El 70% de los casos de cáncer de pulmón pueden achacarse al tabaquismo como motivo principal. El consumo excesivo de alcohol también es un factor de riesgo para varios tipos de cáncer, como los de boca, faringe, laringe, esófago, hígado, colon y recto, y mama.
Un tema clave es la alimentación. Las dietas ricas en frutas y hortalizas pueden tener un efecto de protección contra muchos tipos de cáncer. Por el contrario, el consumo excesivo de carnes rojas puede estar asociado a un mayor riesgo de contraer cáncer colorrectal.
• Prevención secundaria: consiste en detectar la enfermedad lo antes posible. Aquí el farmacéutico puede contribuir, sugiriendo consultas médicas en ciertos casos. Por ejemplo, quien consume con regularidad antiácidos, puede estar encubriendo una hernia hiatal, que si no se trata, puede derivar en una alteración llamada esófago de Barret. Esto, a su vez, puede incrementar la posibilidad de contraer cáncer de esófago.
Cuando la enfermedad ya está declarada, desde la farmacia se puede contribuir en varios aspectos. Algunos tumores (o tratamientos) provocan pérdida de peso. Contribuir con consejos nutricionales o recomendaciones de suplementos nutricionales que aporten al organismo ciertos ingredientes esenciales, puede ser de utilidad.
Otro servicio que farmacia puede prestar al paciente se vincula con la limpieza y cuidado de su piel. No hay que olvidar que la agresividad de algunas terapias oncológicas puede conllevar problemas dermatológicos. El farmacéutico, por su formación, es el profesional más preparado para asesorar sobre estos productos de manera diferenciada, ya que conoce los activos cosméticos y pueden establecer si existen interacciones negativas con algún medicamento.
El consejo puede resultar fundamental en cuestiones como la necesidad de hidratación de la piel o el uso de fotoprotectores. Y también en la elección de determinados productos de uso diario, como geles, cremas, shampoos, cosméticos o incluso esponjas. Además, el farmacéutico puede aportar soluciones adaptadas a las necesidades de la piel de cada persona.