Correr, andar en bicicleta o en rollers, jugar al tenis o al fútbol o simplemente caminar, son actividades que renacen con el verano. Si bien esto es positivo, el calor es un enemigo latente que puede irrumpir cuando no se toman ciertas precauciones mínimas.
El cuerpo humano está sujeto a un proceso automático llamado termorregulación, que se activa al hacer ejercicio, y tiene como objetivo eliminar el calor acumulado en el interior, para disminuir o mantener la temperatura del cuerpo. En condiciones normales, la piel, los vasos sanguíneos y el nivel de transpiración se ajustan al calor. Pero si la temperatura es demasiado alta o hay niveles muy elevados de humedad, este sistema puede fallar. Algunas de las consecuencias más comunes son:
- Son dolorosas contracciones musculares que afectan principalmente las pantorrillas, los cuádriceps y los músculos abdominales.
- Ante un desequilibrio producido por el calor, la temperatura corporal se puede elevar sobre los 40 grados y causar náuseas, vómitos, dolores de cabeza y desmayos.
- Golpe de calor. La insolación es una condición de emergencia, que puede desarrollar confusión e irritabilidad, entre otros problemas, y requiere atención médica inmediata.
- Desequilibrio electrolítico. El torrente sanguíneo contiene compuestos químicos que regulan funciones importantes del cuerpo. Son los llamados electrolitos. Las correctas reacciones nerviosas del cuerpo y la función muscular dependen del intercambio correcto de estos compuestos. La pérdida de electrolitos causada por el ejercicio físico intenso o prolongado puede causar espasmos musculares, convulsiones y cambios en la presión sanguínea. Esto también puede requerir atención médica inmediata.
Consejos preventivos
• Es conveniente evitar el ejercicio físico cerca al medio día.
• La hidratación -antes, durante y después del ejercicio- es fundamental. Si la actividad dura menos de una hora, con tomar agua fresca (125cc cada 15 o 20 minutos) es suficiente. En cambio, si se extiende más de 60 minutos, conviene tomar bebidas deportivas o isotónicas. Lo ideal es medio litro unos 60 minutos antes de iniciar el ejercicio, y entre 100 y 125cc cada cuarto de hora durante la práctica del mismo.
• Evitar o minimizar la exposición directa al sol. Usar ropa liviana, que permita una adecuada transpiración, y de colores claros, para que refleje las radiaciones solares, en vez de absorberlas. El uso de gorra es fundamental.
• Usar protectores solares. Esto es fundamental para evitar el envejecimiento prematuro de la piel, la aparición de manchas y, sobre todo, la posible generación de un cáncer de piel.