Por Daniel Vardé, Gerente General de Droguería del Sud
El mes de octubre nos encuentra atravesando una crisis económica de una magnitud que no vivimos desde hace varios años. El listado de problemas es largo. Incluye un importante aumento de los costos operativos, que no puede ser trasladado a los precios; subas impositivas; tasas crediticias inalcanzables (o lo que es peor, falta de acceso al crédito); deterioro del salario real y, consecuentemente, caída del consumo. Según el último relevamiento de IQVIA, en julio de este año la venta de medicamentos en farmacias cayó, en unidades, 4,61% en relación al mismo mes del año pasado.
Además de estos problemas generales a toda la economía, nuestro sector suma preocupaciones adicionales, que repercuten especialmente sobre las droguerías y las farmacias, que representamos el último eslabón de la cadena. En un contexto inflacionario, los crecientes atrasos en los pagos de las obras sociales representan una pérdida constante de capital de trabajo.
La situación del PAMI merece un capítulo aparte. Dos de las cámaras que firmaron el convenio concretado en marzo de este año, han decidido rescindirlo. Esto significa que las droguerías seguimos vendiendo sin saber cuándo cobraremos ni a qué valor podremos reponer los medicamentos, lo cual excede toda lógica comercial y atenta contra el bienestar de los jubilados, que representan uno de los sectores más vulnerables de nuestra sociedad.
Confianza mutua
En Droguería del Sud venimos haciendo un enorme esfuerzo para mantener las entregas a las farmacias y asegurar la dispensa a la ciudadanía, aún en condiciones que implican una merma importante de nuestra rentabilidad y un daño a nuestras finanzas.
Sólo la relación de mutua confianza con nuestros clientes, cimentada a lo largo de muchos años –a veces décadas- de trabajo conjunto, nos permite seguir trabajando codo a codo para enfrentar situaciones como las mencionadas, que en un contexto recesivo, representan un agravante adicional para nuestro sector.
El afecto recíproco cultivado durante tanto tiempo a través de la interacción cotidiana con nuestros clientes viene siendo el factor clave para el sostenimiento de nuestros niveles de servicio.
Pero, para lograr una situación sustentable en el tiempo, hace falta que el gobierno nacional reaccione y tome las medidas correctivas pertinentes, teniendo en cuenta que está en juego la salud de la población, sin mencionar las miles de familias en todo el territorio nacional que dependen de la prosperidad (o al menos de la subsistencia) de las farmacias y las droguerías.
Se dice que toda crisis implica una oportunidad. Los actores de este rubro debemos aprovechar la ocasión para revisar nuestro negocio y ver qué podemos hacer para mitigar las consecuencias de esta grave situación.
Los economistas suelen comentar que nuestro país atraviesa períodos cíclicos de crisis desde hace unos 70 años. Esa es –casi- la edad que tiene nuestra empresa. En otras palabras, hemos sorteado con éxito las situaciones más críticas que atravesó nuestro país; casi podemos decir que fuimos forjados y templados para surfearlas. Parte de nuestra fórmula consistió en mantener la esperanza, apostar siempre al futuro y seguir apoyando a nuestros clientes.
Ver más allá de la crisis
Dejando de lado la situación coyuntural, las farmacias tienen por delante nuevos desafíos, como sumarse a la era del comercio electrónico, comprender las necesidades de los millennials y desarrollar las categorías de valor agregado. No quiero despedirme sin antes recordarles que nuestras puertas están siempre abiertas para todos los que quieran avanzar por esos caminos, más allá de la crítica realidad que hoy enfrentamos.