Salud

Día Mundial de la Hepatitis: aporte a la prevención

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El farmacéutico, como profesional de la salud, puede contribuir a través de su asesoramiento a disminuir los casos de hepatitis, un problema que afecta a más de medio millón de argentinos.

El domingo 28 de julio se celebra el Día Mundial de la Hepatitis, instituido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para contribuir a la difusión y concientización en torno a esta problemática. La fecha no es casual; celebra el nacimiento del doctor Baruch Samuel Blumberg, descubridor del virus de la Hepatitis B, por lo que obtuvo el Premio Nobel de Medicina en 1976.

Las estadísticas mundiales indican que la hepatitis es la octava causa de muerte en el mundo, por delante de los accidentes viales, el HIV o la diabetes, y se cobra la vida de 1,5 millones de personas cada año. En Argentina, el Ministerio de Salud de la Nación estima que entre el 1% y el 2% de la población adulta en el país -es decir, más de medio millón de argentinos- se encuentra infectada con hepatitis B y C. De todas esas personas, menos de un tercio sabe de su condición.

Tipos de Hepatitis

El primer paso para la prevención consiste en saber cuáles son los tipos de hepatitis existentes:

Hepatitis A. Su transmisión se produce al consumir agua o alimentos contaminados por materias fecales que contienen el virus, y también por contagio de persona a persona. Se trata de un tipo de hepatitis generalmente leve, especialmente cuando ocurre en niños. Ocasionalmente puede desencadenar la llamada hepatitis fulminante, de consecuencias más graves.

En numerosas ocasiones no se perciben síntomas importantes, por lo que la enfermedad no llega a ser diagnosticada. Cuando presenta síntomas, estos consisten en cansancio, ictericia (piel de color amarillento), inapetencia, náuseas y vómitos, y orina de color oscuro.

Prevención. La vacunación es clave. Argentina fue el primer país de América Latina en utilizar una sola dosis contra la hepatitis A en niños de un año, una decisión innovadora reconocida por la Organización Mundial de la Salud (OMS). La vacunación debutó en 2005, y posibilitó pasar de 43.000 casos anuales, a menos de 1.000.  También está recomendada para la población de riesgo (personas con trastornos del sistema inmunológico o en contacto con pacientes de hepatitis) con orden del médico.

Hepatitis B. En muchos casos se vuelve crónica, aunque algunos pacientes se curan por completo. Puede derivar en cirrosis y otros problemas graves. En Argentina el 45% de los casos de hepatitis fulminante son del tipo B. Se estima que hay unos 150.000 portadores y tres de cada 10 requerirán trasplante de hígado si no se los detecta y trata a tiempo.

Prevención: el contagio del virus se produce a través de fluidos corporales infectados, como la sangre, el semen, las secreciones vaginales, la saliva, las lágrimas y la orina.

Los principales factores de riesgo para contraer hepatitis B son el comportamiento sexual de riesgo, el uso de drogas inyectables sin agujas descartables, el hecho de estar en hemodiálisis, los piercings y tatuajes sin la esterilización necesaria y ser VIH positivo.

La vacunación contra la hepatitis C es una gran herramienta preventiva. Se aplica a recién nacidos (una dosis), dentro de las 12 horas de vida, y a los 2, 4 y 6 meses, como parte de la vacuna quíntuple celular o pentavalente.

Hepatitis C.  Se transmite por contacto directo con la sangre de una persona infectada. En el 85% de los casos deriva en problemas crónicos. A veces el paciente no presenta síntomas, con lo cual, si no sabe que contrajo la enfermedad, la misma puede desencadenar una cirrosis o un cáncer hepático.

Prevención. La hepatitis C no tiene vacuna, pero hoy en día cuenta con tratamientos que pueden lograr la cura. Son los llamados antivirales de acción directa. En este caso, la clave es el diagnóstico precoz y el tratamiento oportuno, antes de llegar a una lesión severa del hígado.

Este tipo de hepatitis se transmite a través de la sangre al compartir agujas, jeringas o elementos cortopunzantes con personas infectadas. También por vía sexual, aunque es menos frecuente.

Un consejo útil que los farmacéuticos pueden contribuir a difundir es que todas las personas adultas se realicen el test de la hepatitis C al menos una vez en la vida. Especialmente los nacidos entre 1945 y 1975, que tienen mayor prevalencia de infección por ese virus.

Hepatitis D. Es la forma de hepatitis vírica más grave. El virus (VHD) necesita la presencia de la hepatitis B. Se estima que el 5% de los pacientes con hepatitis B están coinfectados por el virus de la hepatitis D. En estos casos, el paciente sufre síntomas agudos que pueden llegar a ser muy graves. Existe la posibilidad de derivar en una cirrosis o cáncer hepático.

Prevención: la vacunación contra la hepatitis B es, de lejos, la mejor manera de prevenir una coinfección que traiga consecuencias serias.

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