Bajo el lema “Las vacunas nos acercan. #Vacunate”, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) celebra, entre el 24 y el 30 de abril, la Semana de Vacunación de las Américas. En esta ocasión, se trata de un año especial, en el que el Covid-19 desató la mayor campaña de vacunación de la historia mundial. Pero más allá de esa enfermedad, sobre la cual hoy existe abundante información, la intención de esta celebración es contribuir a aclarar confusiones generales, y a desterrar ciertos mitos que mantienen a las personas alejadas de las vacunas.
En la Cámara Argentina de Especialidades Medicinales (CAEME) aclaran las siguientes dudas:
1. La inmunidad que surge por haber tenido una enfermedad es mejor que la que otorgan las vacunas. Falso. Algunas enfermedades (como el Covid-19) no otorgan inmunidad de por vida, sino que existe la posibilidad de una reinfección. Las vacunas crean una respuesta inmune similar a la infección, pero sin provocar la enfermedad y, por ende, no conllevan sus riesgos.
2. Si uno está resfriado, tiene diarrea o está tomando antibióticos, no se debe vacunar. Si bien siempre conviene consultar al médico, esas situaciones no son un impedimento para que los niños (por ejemplo) reciban las vacunas indicadas en el calendario escolar.
3. No tiene sentido vacunarse contra enfermedades ausentes en el país. Fue justamente gracias a la vacunación que muchas enfermedades se eliminaron o se volvieron muy poco frecuentes. Si se descuida la inmunización aumenta el riesgo que las enfermedades vuelvan, como ocurrió en la Argentina con el sarampión.
4. Recibir más de una vacuna al mismo tiempo es perjudicial. Todo lo contrario; administrar vacunas de forma simultánea es más eficiente porque reduce las visitas al médico y el tiempo de consulta, y también las molestias que pueden sufrir –sobre todo los niños- durante la aplicación. Una excepción son las vacunas contra el Covid-19, que son nuevas y todavía están bajo estudio, por lo que se recomienda dejar pasar al menos 15 días antes de darse otra vacuna (como la antigripal).
5. Las vacunas tienen compuestos peligrosos. Los movimientos antivacunas cuestionan algunos componentes como el timerosal (un conservante indispensable para garantizar la esterilidad de algunas vacunas) pero las dosis que se utilizan son mínimas y no hay ninguna evidencia científica de riesgos potenciales para la salud.
6. Las vacunas pueden causar autismo y otras enfermedades. No hay evidencia que vincule a las vacunas con los trastornos del espectro autista ni con ninguna otra condición o patología severa. Las vacunas atraviesan por exhaustivos controles de las autoridades sanitarias antes de su aprobación y son también sometidas a una rigurosa farmacovigilancia.