La mayor conciencia sanitaria impuesta por el Covid-19 puede generar un terreno fértil para llevar a cabo desde la farmacia acciones o mensajes preventivos sobre una enfermedad que afecta a medio millón de argentinos.
Desde hace diez años, Argentina reporta un promedio de 170 muertes anuales por hepatitis. Más de medio millón de argentinos –entre el 1% y el 2% de la población- poseen hepatitis B o C, según el Ministerio de Salud de la Nación. Las cifras globales son igualmente preocupantes: 325 millones de personas padecen esta enfermedad, y casi un millón y medio mueren anualmente. La cifra es comparable con la de la tuberculosis y mayor que la atribuible al VIH. Para estimular el fortalecimiento de las medidas preventivas y de control, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció el 28 de julio como Día Mundial contra la Hepatitis. La fecha conmemora el nacimiento del Premio Nobel de Medicina Baruch Blumberg, quien identificó el virus de la hepatitis B y desarrolló su vacuna. En la lucha contra esta enfermedad, el farmacéutico, como profesional de la salud, tiene mucho que aportar. Además de asesorar, puede llevar a cabo acciones de educación sanitaria preventiva; contribuir a la detección precoz y, fundamentalmente, involucrarse en las campañas de vacunación. Para ello, cuenta con el apoyo del Programa Nacional de Control de las Hepatitis Virales, que desarrolla políticas de promoción, prevención y capacitación sobre el tema (guía completa ACÁ). El objetivo, en consonancia con la estrategia de la OMS, es erradicar la hepatitis de aquí al 2030.