Lo conocido brinda tranquilidad; lo nuevo, genera angustia. Pero en un entorno cambiante y volátil, las farmacias que no se atrevan a explorar nuevas alternativas u opciones corren serios riesgos.
Hay un lugar en el cual todo emprendedor se siente a gusto, cómodo y seguro, pero que lo mantiene cautivo en un nivel de rendimiento muy inferior a sus verdaderas capacidades. Se trata de la denominada zona de confort.
Metafóricamente hablando, la zona de confort es un “lugar” conocido en el cual nos resguardamos del mundo que nos rodea, con lo cual dejamos de aprovechar las oportunidades que nos brinda la vida para crecer y hacer cosas nuevas. Se trata de un estado mental donde nos encontramos cómodos con nuestra situación actual, con nuestras aspiraciones mínimas cubiertas y sin demasiadas presiones.
Los psicólogos afirman que esto afecta a personas de todos los niveles socioculturales y profesionales. Permanecer en este terreno es una señal de miedo, de falta de confianza en uno mismo y de un claro conformismo respecto a la situación de cada uno. En definitiva, la zona de confort es la excusa perfecta para no hacer, no arriesgarse y no vivir nuevas experiencias.
Muchos farmacéuticos egresan de la universidad con el conocimiento científico y farmacológico necesario para cumplir su misión social. Pero, cuando abren su propia farmacia, descubren que el éxito requiere también otras aptitudes, como la de liderar, motivar y conducir eficazmente equipos de trabajo, o como tomar decisiones financieras o de estrategia comercial que no siempre coinciden con los propios deseos.
“El modelo de farmacia de la época de mi padre ha desaparecido casi por completo”, dice la farmacéutica española Marta Castells. “Recuerdo su disgusto cuando introduje por primera vez productos de dermocosmética. Para él, la farmacia era tan sólo un lugar exclusivo de medicamentos y de formulación. Pero los tiempos han cambiado”.
El miedo nos impide cambiar y nos lleva a quedarnos en la seguridad de lo conocido. “Esta actitud nos impide adaptarnos a los cambios. Pare crecer es necesario salir de esa zona”, señala Castells.
Cuatro pasos para despegar
1) Identifique los síntomas de que llegó el momento de salir de la zona de confort. Emociones como el estrés excesivo, la envidia, la ansiedad o la victimización son indicadores de que llegó el momento y debe dejar atrás urgentemente la zona de confort.
2) Haga una lista de las situaciones que tiende a evadir. Sea brutalmente honesto consigo mismo. Luego busque maneras para resolver esos problemas. Tal vez tenga que capacitarse en esa área o buscar ayuda de terceros. La ayuda puede ser de tipo profesional (un entrenador, especialista en un área o coach) o psicológica.
3) Tome coraje y póngase en marcha. Si usted no se enfrenta y soluciona aquellas situaciones molestas que lo irritan, atemorizan o entristecen, las mismas van a obstaculizar su capacidad de adaptación al entorno.
4) Cree el hábito de salirse de su zona de confort todos los días. Haga un esfuerzo diario por exigirse en un área en que le falte crecer. Enfrente esos desafíos que la vida le trae con osadía y fe. Sin batallas no hay victorias; sin desafíos no hay crecimiento.
5) Cuando las cosas van bien… no descanse. Después de un gran esfuerzo personal, que demostró ser redituable, viene la tendencia natural a “dormirnos sobre nuestros laureles”. No acepte la inercia en su vida. Busque nuevos desafíos y siga conquistando otros terrenos.