A medida que se acercan las temperaturas más bajas, la piel frágil y reactiva incrementa ciertos síntomas. El farmacéutico puede cumplir un rol clave a la hora de aportar soluciones.
La piel sensible o intolerante es una condición que afecta a una parte importante de la población. Concretamente, más del 60% de las mujeres declaran sufrir esa condición, que se manifiesta cuando la piel reacciona exageradamente ante estímulos de naturaleza diversa que, normalmente, no deberían causar irritación. Algunos síntomas son sensaciones de cosquilleo, calor, hormigueo y picor, a veces en forma intermitente. Los factores que causan la reacción pueden ser climatológicos (el sol, el frío), químicos (ciertos productos cosméticos o de limpieza), psicológicos (estrés), hormonales (menopausia, ciclo menstrual) y alimenticios (exceso de condimentos picantes).
En cuanto a las causas, el factor genético tiene un peso importante. Las personas con piel sensible se caracterizan por una producción excesiva de citocinas (sustancias secretadas por las células de la piel) y ciertos neurotransmisores. La piel sensible puede ser, también, una manifestación de patologías como eczemas, rosácea o dermatitis seborreica.
A veces la piel sensible se confunde con una alergia. Cuando hay alergias, nuestro sistema inmunitario reacciona en forma desmesurada ante la presencia de un estímulo al que considera “extraño”. La reacción alérgica genera enrojecimiento, descamación en placas, costras, edemas y sensaciones de quemazón y tirantez. No es fácil diferenciar la alergia de la piel sensible; ante la duda, es conveniente siempre hacer una derivación a un dermatólogo.
Las recomendaciones básicas deben centrarse en tres aspectos: prevención, higiene y tratamientos. En caso de que exista una patología crónica o una enfermedad subyacente, el tratamiento debe estar en consonancia con las indicaciones que imparta el médico. Los tres aspectos clave son:
Prevención
- Usar productos y cosméticos hipoalergénicos, sin perfumes, alcohol ni conservantes.
- Evitar exfoliaciones u otros tratamientos agresivos.
- Limitar las fuentes de agresión a la piel, como la exposición al frío o a baños muy calientes.
- Recomendar el uso de protección solar en forma periódica, incluso en invierno.
Higiene
- Lavar el rostro o la piel afectada con productos de limpieza especialmente diseñados para estos casos, con ingredientes no agresivos y alta tolerancia.
- El maquillaje también debe ser limitado y seleccionado cuidadosamente. Y es fundamental una óptima limpieza posterior.
Tratamiento
La rutina básica debe incluir, como mínimo, dos aspectos:
- Una o dos veces al día, con mucha delicadeza, aplicar un tratamiento sin perfume, conservantes ni agentes surfactantes, para disminuir las reacciones inflamatorias.
- Una o dos veces por semana, utilizar una buena mascarilla de hidratación intensa.
CONOCÉ MÁS
Piel grasa: cómo actuar
En los casos de piel grasa o con tendencia levemente acneica, “la clave es lograr un equilibrio entre una excesiva secreción sebácea y la humedad natural de la piel”, explican en la Sociedad Argentina de Dermatología (SAD). Y brindan los siguientes consejos:
1. Higiene. Esto es fundamental. Para higienizar la piel diariamente es mejor utilizar productos que actúen en la liberación de impurezas y minimizar el exceso de sebo, pero sin secar ni irritar la piel. Hay varias opciones en función de los hábitos de cada uno: jabón dermatológico, geles y lociones micelares. Es normal suponer que cuanto más se higieniza la cara, menos oleosidad habrá, pero lo recomendable es no hacerlo más de dos veces al día para no obtener el efecto contrario, que es estimular la producción de sebo.
2. Hidratación. Hay quienes no quieren usar crema hidratante porque creen que engrasarán aún más su piel. Esto es un error. Al igual que otros tipos de piel, la seborreica tiene necesidad de ser hidratada. “Hay que elegir una crema que permita disminuir su aspecto brilloso y matificarla”, afirman en la SAD. Lo recomendable es escoger productos hipoalergénicos, no comedogénicos, oil-free, formulados para pieles grasas o con tendencia acneica.
3. ¿Maquillaje? Otro mito es creer que no hay que aplicarse base de maquillaje ya que taparía los canales de salida de las glándulas sebáceas y empeoraría el problema. Lo cierto es que sí se puede usar, mientras sea fluida y libre de aceite. Lo mismo ocurre con el protector solar: se suele considerar que, al distribuirlo en la cara, la volverá más oleoso. La verdad es que todas las pieles sin duda requieren de un producto que ayude a prevenir el daño solar. “Para la piel grasa, es imprescindible no usar productos que contengan fragancias o aceites”, señalan en la SAD. “Lo que nunca hay que hacer es utilizar cremas o maquillajes con ingredientes pesados y aplicar productos de limpieza a base de alcohol, ya que pueden irritar la piel”.
Lo que si es cierto es la importancia de retirar correctamente el maquillaje antes de irse a dormir. Y, a la hora de elegir un desmaquillante, hay que evitar los bifásicos, ya que dejan una textura grasa. Lo recomendable es optar por lociones micelares.