Quienes visiten Lima pueden recorrer un amplio y vistoso museo, declarado Patrimonio Histórico Nacional en los años ‘70, que cuenta con una antigua botica franciscana. Sus objetos reflejan la confluencia entre la medicina europea y las hierbas y pócimas de los pueblos originarios de la región.
En 1542, tras el sometimiento del Imperio Inca por parte de los españoles, se creó el Virreinato del Perú, que durante casi tres siglos abarcó gran parte de Sudamérica, incluyendo Buenos Aires (cuya primera fundación había sido destruida un año antes) y varias regiones de Argentina.
Por aquella época, la farmacia era una profesión más cercana a las pócimas supersticiosas de la Edad Media que a la medicina moderna. En el continente americano, los conocimientos se potenciaron a partir de la experimentación con especies vegetales nativas.
Las órdenes religiosas cumplieron un rol importante en el intercambio de conocimientos medicinales con los pueblos originarios. Entre estas órdenes estaban los franciscanos.
En 1595, los franciscanos crearon al pie del cerro San Cristóbal (que por aquel entonces quedaba en las afueras de Lima) el Convento de los Descalzos. Sus instalaciones sobrevivieron al paso del tiempo; en 1972 fue declarado Monumento Histórico Nacional y desde 1981 es un museo abierto al público que forma parte del Centro Histórico de Lima.
Las instalaciones del convento, que de por sí poseen un gran valor histórico y cultural, tienen un atractivo adicional para los profesionales de la salud: el sector conocido como Enfermería. Allí se puede visitar la botica, que conserva el mobiliario antiguo, su decoración y los instrumentos utilizados para la elaboración de medicamentos. En una sala aparte, se encuentra la rebotica (la trastienda, donde funcionaba el laboratorio). Los visitantes pueden tomar contacto directo con antiguas balanzas, morteros y albarelos (recipientes para medicamentos de cerámica decorada). También hay libros con formulaciones de recetas médicas, que registran la lenta sistematización de la profesión farmacéutica a lo largo de los siglos.
El resto de la enfermería conserva las salas en las que se internaba a los pacientes, con las habitaciones destinadas a los sacerdotes enfermeros que estaban a cargo de su cuidado. Allí se encuentran camas con tarimas forradas en cuero de vaca, lavatorios, baños de asiento en bronce, retretes y muebles antiguos. Domina el lugar una escultura de San Diego de Alcalá, patrono de los enfermeros.
El paseo por las distintas áreas es un recorrido por más de cuatro siglos de historia. Además de su valor arquitectónico, cuenta con una pinacoteca que posee más de 500 obras; es la muestra pictórica más variada y rica del arte virreinal en la ciudad de Lima que se conserva. Aunque no todas las obras están en exhibición; muchas de ellas se encuentran en los talleres de curado y restauración.
En definitiva, se trata de un atractivo paseo, para personas de todas las edades interesadas en conocer más sobre la historia de Perú y de América del Sur.
Datos útiles
Durante enero y febrero, el Museo del Convento de los Descalzos abre de lunes a sábados de 9.30 hs. a 12.30 hs., y de 14 hs. a 17 hs., y ofrece visitas guiadas cada 1 hora. La dirección es: Alameda de los Descalzos, Rímac, Lima. Para más información, dirigirse a: museodescalzos@gmail.com