En nuestro país, los profesionales de la farmacia tienen su propio día: el 12 de octubre, fecha que evoca la fundación de la Confederación Farmacéutica Argentina (COFA).
En 1935, en la ciudad de santafesina de Rosario, un grupo de farmacéuticos dirigentes de entidades primarias decidieron reunirse para crear una entidad de segundo grado que uniera a las instituciones representativas de los profesionales de farmacia en todo el país. Fue el 12 de octubre, fecha que, posteriormente, fue adoptada como el Día del Farmacéutico Argentino.
Debido a esto, si bien el Día Mundial del Farmacéutico, según lo establecido por la Federación Internacional Farmacéutica (FIP) es el 25 de septiembre (fecha a la que la Argentina adhiere), la Argentina posee una peculiaridad: cuenta también con su propio día.
En Droguería del Sud queremos expresar nuestro reconocimiento a los numerosos farmacéuticos que contribuyen con la salud y la prevención en todos los rincones del territorio nacional. En esta fecha, es importante revalorizar el rol del farmacéutico, el profesional de la salud con mayor cercanía a la población, dada la vasta red de farmacias con la que cuenta nuestro país.
No es poco frecuente que la relación de la población con su farmacéutico de confianza trascienda lo meramente profesional y se transforme en una amistad. Esa confianza, ganada mediante el consejo honesto y preciso, muchas veces resuelve con simples palabras aquellos problemas que podrían haber sido serios de no haber mediado una recomendación preventiva, un tratamiento o una derivación al médico. El farmacéutico es el primero al que se consulta, y a la vez, el último eslabón de la cadena, ya que se encarga de proporcionar los medicamentos.
Argentina es el cuarto país con mayor cantidad de farmacias per cápita en Latinoamérica (32 farmacias cada 100.000 habitantes), detrás de Ecuador, Colombia y Uruguay. Sin embargo, si se tiene que cuenta la dimensión territorial, el desafío en logística de distribución que implica contar con semejante abastecimiento es mucho mayor en nuestro país.
Una profesión con historia
Los primeros médicos que vinieron a esta parte de América preparaban los remedios que aconsejaban. Así, en el acta del 24 de enero de 1605 del Cabildo de Buenos Aires, se consigna el pago de 400 pesos al año al primer cirujano que se solicitó, don Manuel Alvarez, más el importe de las medicinas y ungüentos que suministrase a los enfermos de la población. Recién un siglo y medio más tarde, el 5 de mayo de 1770, presentó sus credenciales el primer farmacéutico (boticario), Don Agustín Pica.
En 1782, en el Virreinato de las Provincias del Río de la Plata, había 31 boticas establecidas. De ellas, nueve estaban en Buenos Aires, cuatro en Córdoba, dos en Salta y el resto se encontraban repartidas en distintas localidades del país.
Aún faltaban varios años para que se oficializara la enseñanza de la profesión farmacéutica. En 1854, por un decreto del 24 de abril, el gobierno argentino autorizó a la Facultad de Medicina de Buenos Aires a matricular alumnos para cursar estudios específicos en la nueva Escuela de Farmacia.
Recién en 1957, el Consejo Universitario de la Universidad de Buenos Aires (UBA) votó favorablemente la creación de la Facultad de Farmacia y Bioquímica, que se concretó mediante el Decreto 5292/57. Posteriormente, la disciplina ganó terreno y se oficializó incluso un doctorado.