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Micosis en otoño: una doble oportunidad

Picor, descamación y enrojecimiento pueden ser síntomas de micosis, pero también de eritrasma, dermatitis de contacto o intertrigo. El farmacéutico puede fidelizar a sus clientes ayudándolos a identificar el problema y ofreciéndoles los productos apropiados para tratarlos.  

Si bien la aparición de hongos en la piel alcanza su pico máximo en el verano, el otoño trae un recrudecimiento de este problema, por varios factores:  

■ Humedad y sudoración: el uso de ropa pesada y ajustada para combatir el frío puede atrapar el sudor, creando un ambiente húmedo ideal para el crecimiento de hongos. 

■ Calefacción excesiva. Las estufas y la calefacción central pueden reducir la humedad del aire, secando la piel y causando pequeñas grietas que permiten la entrada de hongos. 

■ Inmunidad debilitada. Con el frío, las defensas del cuerpo pueden bajar levemente debido a factores como la falta de vitamina D, por la menor exposición al sol. 

Esto provoca un incremento en la demanda de antimicóticos, una categoría caracterizada por su estabilidad. Según datos de IQVIA de este año, en los últimos cinco años las ventas oscilaron entre 7,1 y 7,7 millones de unidades, salvo durante el año de la cuarentena derivada del Covid-19, donde cayeron a 6,7 millones.  

Se trata de un rubro en el que la recomendación médica tiene una relevancia importante. El 55,15% de los productos vendidos son de prescripción, mientras que el resto corresponde a venta libre. La brecha se amplía si se mide la facturación en pesos: el 70% corresponde a antimicóticos recetados.   

Como era de esperar, dada la menor elasticidad de su demanda, el mercado bajo receta fue el que más creció en precio: en los doce meses a marzo de este año, registró un incremento de 202.65%, mientras que los OTC crecieron 186.51%. En ambos casos, el incremento estuvo por debajo de la inflación anual. 

Evitando la automedicación  

El resurgimiento de las micosis en otoño trae aparejado otro problema: el autodiagnóstico erróneo. Existen otras patologías dérmicas no fúngicas que también se acentúan en esta época, y que poseen síntomas similares, por lo que llevan a muchas personas a creer que tienen hongos. Eso, en algunos casos, deriva en la decisión de comprar antimicóticos de venta libre sin consultar siquiera al farmacéutico. Muchas veces estos productos son inapropiados, lo que deriva en frustraciones y una pérdida injustificada de confianza en su efectividad.  

En estos casos, ante el pedido de un antimicótico, conviene indagar -discretamente y con preguntas indirectas, si fuera necesario- acerca de los síntomas disparadores.  

Estas son algunas de las afecciones que más confusiones generan:  

■ Intertrigo. Es una inflamación de los pliegues de la piel causada por la humedad, el calor y la fricción. Puede provocar enrojecimiento y maceración, y a menudo se asocia con infecciones bacterianas. 

¿Cómo diferenciarla? El intertrigo mejora rápidamente a partir de la higiene, el secado cuidadoso de la piel y el uso de talcos sin perfumes que son útiles para absorber la humedad corporal. Igualmente, aunque no es causado directamente por hongos, el intertrigo puede sobreinfectarse con ellos. En estos casos, el principio activo antifúngico recomendado es el clotrimazol, presente en varios antimicóticos de venta libre.  

■ Dermatitis de contacto. Es una reacción inflamatoria de la piel causada por la exposición a irritantes o alérgenos. Los síntomas incluyen enrojecimiento y picazón, como en las infecciones fúngicas. Adicionalmente, puede generar pequeñas ampollas, inflamaciones o vesículas.  

Esta dermatitis se presenta muchas veces en la cara, las manos y el cuerpo, lugares donde las micosis de otoño son menos frecuentes. Puede aparecer a cualquier edad, y suele desaparecer si se elimina el alérgeno, por ejemplo, desodorantes, fragancias, jabones o detergentes suelen ser los más comunes.  

■ Eritrasma. Es una infección cutánea causada por la bacteria Corynebacterium minutissimum, que se manifiesta en los pliegues de la piel, por lo que puede confundirse con la irrupción de hongos. La diferencia es que tiñe con manchas rojas o marrones la zona infectada, las cuales son de un tamaño considerable, por lo que resulta sencilla su identificación. Se trata con antibióticos (principalmente claritromicina), que deben ser determinados y prescritos por un médico.  

En síntesis 

Indagar sobre los síntomas de una posible infección fúngica puede evitar al paciente varios de los problemas y frustraciones asociados a la automedicación. Además, en el caso de que se verifique una micosis, se podrá recomendar con mayor precisión el producto apropiado. En caso contrario, se derivará al paciente a un dermatólogo.