El presidente de la Federación Argentina de Cámaras de Farmacias (FACAF), Miguel Angel Lombardo, elogió el rol de los farmacéuticos durante la pandemia y se refirió a otros temas que hoy afectan al sector.
“Cuando comenzó la pandemia, las farmacias fueron consideradas como un negocio esencial. Pero el nomenclador nacional de las actividades económicas, que define el Ministerio de Economía, no nos considera parte del equipo de salud”, comentó a Revista Esencia Miguel Angel Lombardo, presidente de la Federación Argentina de Cámaras de Farmacias (FACAF). “Pese a contar con personal reducido y a haber tenido colaboradores contagiados e incluso fallecidos, las farmacias nunca dejaron de funcionar, con el mismo desempeño notable que tuvieron los demás profesionales de la salud”, agregó. Para subsanar esa situación, FACAF presentó una solicitud al ministerio de Economía, solicitando que la actividad farmacéutica sea definida como parte del equipo sanitario. Además, “pusimos en marcha una campaña de visitas a farmacias, mediante la cual transmitiremos personalmente nuestro agradecimiento y reconocimiento a todos los integrantes del sector”, señaló el dirigente. “Nos haremos presentes en unas 6.000 farmacias de todo el país”, agregó durante la entrevista mantenida con nuestro medio, que se reproduce a continuación. —¿Cómo imagina el futuro de las farmacias después del Covid-19? —La pandemia nos deja varias enseñanzas. La farmacia tiene que analizar con cuidado cómo se va a organizar internamente. El desafío para cada farmacéutico será diseñar una organización moderna y eficaz, que le permita monitorear sus procesos comerciales y financieros en todo momento, para saber si está haciendo bien las cosas. —¿Cree que el sector se está adaptando adecuadamente a la transformación digital? —Los cambios tecnológicos no alteran el hecho de que sigue habiendo dos modelos de farmacias. Por un lado, están las focalizadas en la venta de medicamentos, y a lo sumo algunos rubros complementarios. En general tienen un formato barrial y están ubicadas en zonas de clínicas u hospitales. En estos casos, la digitalización más importante la impuso el PAMI, cuando más allá de la legislación, resolvió que las farmacias aceptáramos, en pandemia, recetas digitales. El otro modelo es el de las farmacias con un fuerte desarrollo de los rubros non-pharma, que, si bien se alejan de la esencia de la profesión, resultan útiles por una cuestión de rentabilidad, y en algunos casos representan hasta el 30% de la facturación. Aquí entran en juego las ventas digitales, con herramientas que ayudan a mejorar el acceso de la población a nuestros servicios. —¿Le teme a la futura irrupción en el mercado de ciertos gigantes tecnológicos? —Mientras el estado nacional y los gobiernos provinciales no claudiquen a la hora de definir el contenido básico de nuestra profesión, esos gigantes no se van a internar fácilmente en el negocio de la farmacia. Probablemente incursionarán, y quizá eso nos afecte un poco. Pero no les tenemos miedo, porque la farmacia argentina está muy atenta a todo esto. Nuestros empresarios siguen el tema de cerca. —¿Cuándo habla de “no claudicar”, se refiere a mantener la regulación que prohíbe la venta de medicamentos por Internet? —La farmacia tiene tres reglas de oro: compra donde se debe (es decir, en droguerías autorizadas), guarda como se debe (almacena los medicamentos según la legislación vigente y las especificaciones de los laboratorios) y vende como se debe (respetando la ley y las cuestiones impositivas). “Claudicar” significaría romper esas reglas de oro, que son elementales para preservar la salud de la población. Si eso ocurriera, estaríamos ante un grave problema. Precios PAMI: la polémica “El llamado Precio PAMI fue una idea de la gestión anterior, a la cual las nuevas autoridades decidieron utilizar como un mecanismo de control de precios, para evitar que su gasto crezca”, señaló Miguel Lombardo. “El problema es que ese sistema lo sostienen financieramente las farmacias, lo cual genera una situación complicada, que hay que administrar con cuidado”, agregó. En su opinión, es aceptable y comprensible que el PAMI organice un control de precios. “Pero tanto esa institución como la industria deberían cooperar para que esa medida no recaiga exclusivamente sobre nuestro sector. Hoy, si a esa diferencia se le suman las bonificaciones que otorga la farmacia, se superan, en promedio, los 18 puntos porcentuales. Lo ideal sería aportar, en total, un máximo de 10 puntos. Todo lo que supere ese porcentaje se transforma en una alta carga para las farmacias”, concluyó.