Los cambios estacionales hacen que a partir de septiembre se incremente la demanda de antihistamínicos, que representan la cuarta categoría de OTC con mayor presencia en los botiquines de los argentinos.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), una de cada ocho personas sufre algún tipo de reacción alérgica, y la incidencia de este problema ha aumentado notablemente en las tres últimas décadas. En Argentina, se calcula que la prevalencia alcanza al 11% de la población total. Y se estima que en 10 años podría llegar a 20%. Según datos del Ministerio de Salud, en septiembre se produce un incremento cercano a 25% en las consultas médicas por alergias. La causa principal es la llegada de la primavera, que incrementa la presencia de polen en el aire. No se trata de un problema menor; existe una relación muy clara entre la llamada rinitis alérgica y el asma.
Entre el 15% y el 20% de los pacientes con alergia se vuelven asmáticos. Y el 80% de los asmáticos son alérgicos, según la OMS.

Asesoramiento
El consejo del farmacéutico representa una importante oportunidad para incrementar las ventas de la categoría. Además de que sus recomendaciones son siempre muy valoradas por los consumidores, se da una situación particular; es común que los síntomas de la rinitis alérgica se confundan con los de un simple resfrío o catarro. Eso hace que muchas personas alérgicas a veces compren, erróneamente, productos para el alivio de los síntomas gripales.
Por eso, durante la primavera, cuando un cliente consulta por un antihistamínico pero manifiesta síntomas similares a los de un resfrío, es importante hacerle algunas preguntas adicionales para tener un diagnóstico más preciso. Por lo general, los resfríos comunes no suelen durar más de 15 días y se producen entre dos y cuatro veces por año. Si el paciente manifiesta síntomas durante más de tres semanas, lo más probable es que padezca una rinitis alérgica. Una tabla que acompaña a esta nota ilustra las principales diferencias entre las alergias y los estados gripales.

Pautas preventivas
Las reacciones alérgicas se suelen producir cuando el sistema inmunológico responde exageradamente al entrar en contacto con algún elemento desencadenante (alérgeno). Los alérgenos más comunes que disparan la rinitis alérgica son:
- Polen, sobre todo en la primavera y el otoño. En las zonas urbanas, los árboles son los principales causantes. Los más alergénicos son los plátanos, seguidos por los fresnos.
- Acaros del polvo. Se trata de insectos casi microscópicos, que proliferan en los hogares, especialmente entre los acolchados, las cortinas y los placares. Cuando las deposiciones de estos ácaros toman contacto con la mucosa nasal o bronquial, pueden producir inflamaciones alérgicas.
- Mascotas domésticas. La caspa de perros y gatos, y en ocasiones la saliva, heces u orina, pueden provocar también reacciones alérgicas.
En el Servicio de Alergia del Hospital General de Niños Dr. Pedro de Elizalde, señalan que “ante un cuadro de rinitis alérgica, lo primero que se recomienda es evitar el alérgeno, es decir, aquello que desencadena el malestar”. En ese sentido, algunas recomendaciones útiles son:
- Mantener las ventanas cerradas por la noche para que no entre polen o moho a la casa. Si es necesario, usar aire acondicionado, que limpia, enfría y seca el aire.
- Minimizar en lo posible la actividad al aire libre temprano por la mañana. En general el polen se emite entre las 5 y las 10 AM.
- Mantener las ventanas del auto cerradas al viajar.
- No cortar el césped ni acercarse al pasto recién cortado. Cuando se lo corta, se agita el polen y el moho. Por la misma razón, se recomienda no rastrillar el césped.
- No colgar sabanas ni ropa a secar al aire libre. El polen puede acumularse en ellas.

CONOCÉ MÁS
Rinitis alérgica: un problema que no conviene subestimar
Se estima que, solamente en nuestro país, cerca de seis millones de personas padecen rinitis alérgica.
El 70% de quienes sufren este problema manifiestan no sólo síntomas nasales (goteo y congestión) sino también oculares (enrojecimiento de ojos, lagrimeo y picazón). La combinación de ambos síntomas tiene un mayor impacto sobre la calidad de vida.
En los niños, esto provoca una disminución del desempeño escolar, en gran parte debido al deterioro en la calidad del sueño.
Por ende, se trata de un problema al que conviene prestarle la debida atención.
En cuanto al tratamiento de la rinitis alérgica, existen dos clases de antihistamínicos: los de primera y segunda generación.
Los de primera generación son, básicamente, la difenhidramina y la clorfenhidramina. Pueden producir somnolencia como efecto adverso, lo que algunos medicamentos intentan compensar con combinaciones de pseudoefedrina, que genera el efecto contrario.
Los antihistamínicos de segunda generación son conocidos como “no sedantes”, ya que interfieren menos con nuestro sistema nervioso central, evitando la sensación de somnolencia o cansancio. Si se toman respetando las dosis indicadas, se puede seguir adelante sin problema con las tareas de la vida cotidiana, incluso con aquellas que requieren concentración, como conducir o estudiar. Entre los antihistamínicos de segunda generación podemos encontrar la loratadina, la cetirizina, la ebastina y la rupatadina.