El cuerpo humano está sujeto a un proceso automático llamado termorregulación, que se activa al hacer ejercicio, y tiene como objetivo eliminar el calor acumulado en el interior, para disminuir o mantener la temperatura del cuerpo. En condiciones normales, la piel, los vasos sanguíneos y el nivel de transpiración se ajustan al calor. Pero si la temperatura es demasiado alta o hay niveles muy elevados de humedad, este sistema puede fallar. Algunas de las consecuencias más comunes son:
• Es conveniente evitar el ejercicio físico cerca al medio día.
• La hidratación -antes, durante y después del ejercicio- es fundamental. Si la actividad dura menos de una hora, con tomar agua fresca (125cc cada 15 o 20 minutos) es suficiente. En cambio, si se extiende más de 60 minutos, conviene tomar bebidas deportivas o isotónicas. Lo ideal es medio litro unos 60 minutos antes de iniciar el ejercicio, y entre 100 y 125cc cada cuarto de hora durante la práctica del mismo.
• Evitar o minimizar la exposición directa al sol. Usar ropa liviana, que permita una adecuada transpiración, y de colores claros, para que refleje las radiaciones solares, en vez de absorberlas. El uso de gorra es fundamental.
• Usar protectores solares. Esto es fundamental para evitar el envejecimiento prematuro de la piel, la aparición de manchas y, sobre todo, la posible generación de un cáncer de piel.